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Clara lo observaba. Lentamente se acercó a él, hasta que unos ojos
tan azules como el agua de aquel manantial que la vio nacer, se
fijaron en ella.
Aquella mirada triste y perdida cambió en un momento. Aquel
semblante serio empezó a transformarse en una pequeña sonrisa.
¡Aquel viejecito volvió a ilusionarse!
-Hacía mucho tiempo que estaba esperándote, Clara -dijo con voz
temblorosa.
-¿A mí? ¿Puede explicarme por qué? -dijo Clara, todavía más
sorprendida.
-¿Ves esta tierra tan seca? Te necesita. -El viejecito empezó a
contar:
-Tiempo atrás, esta tierra era un maravilloso campo de cultivo, yo
venía todas las mañanas y lo trabajaba. Esta tierra producía gran
cantidad de frutas y verduras y era, más que mi trabajo... mi vida.
-¿Cómo ha podido desaparecer todo? -preguntó Clara con tristeza.
El viejecito continuó contando.
- El agua tannecesariaparamis cultivos empezóa escasear. Aquella
agua clara y limpia que yo solía incluso beber, ha ido menguando.
-¿Cómo puede acabarse el agua? -preguntaba Clara ahora, con un
poco de miedo.
-Por culpa de varios factores como la contaminación, la
superpoblación, el riego excesivo, el mal uso y el creciente ritmo
de consumo. ¡¡Eres muy importante, Clara!! No puedes imaginarte
cuánto -dijo el viejecito cogiéndola entre sus manos-. Ahora que
estás aquí, todo es diferente. Todo puede cambiar.
