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Había mucha vegetación en aquel lugar, agua por doquier, pero
sobretodo, muchos animales de todas las especies imaginables.
Estaba solo de nuevo, tenía miedo, era todo muy extraño. Daba
pequeños pasos hacia un gran lago, de repente, alguien le dio un
ligero golpecito en la espalda, se dio la vuelta aterrorizado y pudo
comprobar que no era otra que Vesi, que lo visitaba nuevamente.
- ¿Dónde estamos ahora?- preguntó un poco más relajado al
comprobar que había alguien más en aquel frondoso bosque.
- Nos encontramos en Sudamérica, concretamente en las Bahamas.
- ¿y por qué me has traído hasta aquí? – preguntó un tanto
desconcertado.
- Te he traído a Sudamérica para que veas que el agua no es tan
solo importante para las personas, sino también para cualquier
ser vivo del mundo.
Vesi se paró a pensar un momento.
- Ven conmigo para que veas qué es lo que te quiero decir.
- Gus, cada vez más confuso siguió a Vesi. Al llegar a un pequeño
claro,estasedetuvodecididaycomenzóaobservardetenidamente
el paisaje. Gus hizo lo mismo, pero no conseguía entender que era
lo que quería explicarle con aquello.
- Gus, ¿ves qué magnífico es este paraje natural?- dijo Vesi
admirada.
- ¿Qué tiene de especial? Preguntó Gus dudoso de si estaría
metiendo la pata.